Palacios, en Pinar del Río

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Palacios, en Pinar del Río

Parque la Guira Pinar del Rio

Palacios, en Pinar del Río…En él no existen imponentes construcciones antiguas, de gran lujo o decoraciones pomposas. No albergó en su interior a emperadores, la nobleza ni al alto clero. Su arquitectura es más bien sencilla, en la que conviven en armonía los detalles clásicos junto a los modernos, pero no por ello deja de ser relevante en el territorio vueltabajero.

Los Palacios es uno de los once municipios que componen a Pinar del Río, la provincia más occidental de la Isla. Recibe su nombre, no de las grandes residencias imperiales, sino de una antigua familia española de apellido Palacios, que allí residía.

A veces pudiera parecer dormido, pasar casi desapercibido, pero lo cierto es que esta parte de la geografía pinareña destaca tanto por sus renglones económicos como por sus tesoros naturales.

El territorio es uno de los principales productores de arroz, lo cual ha colocado a la provincia como la tercera más importante en la producción de este grano en el país.

Asimismo, es conocido por sus yacimientos minero-medicinales. El balneario de San Diego de los Baños es uno de los más antiguos y con uno de los mejores servicios médicos especializados del país. Sus aguas, ricas en azufre, reciben cada día la visita de innumerables personas que buscan la cura para sus padecimientos.

Los palaceños también sienten el orgullo de contar con un sitio de obligada visita: el Parque La Güira, reconocido como uno de los más exóticos de nuestro país. En sus alrededor de cinco kilómetros, se puede disfrutar de una flora y fauna únicas, distinguidas por un frondoso bosque y más de 60 especies de aves.

Si bien es cierto que Los Palacios de Pinar del Río no fue el hogar de nobles reyes, estilizadas princesas y valientes caballeros, sí es la tierra de gente campechana, afable, de buenos sentimientos, dada al arte de amar. Su valor no radica en sus títulos o en el lujo, sino en la sencillez de un pueblo que te acoge con los brazos abiertos y al despedirte, te hace desear haber nacido en él.

Tomado de el periódico el Guerrillero de Pinar del Río

 

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