Considerado por la televisión francesa como uno de los 25 Hoteles Palacios del Mundo, el Hotel Nacional de Cuba vincula sus 90 años de historia con la impronta de reconocidas personalidades, un bombardeo a tres años de inaugurado, la reunión de la mafia en los años 1940 y su consolidación como referencia cultural y turística internacional. Conozca, junto a nosotros, los misterios del Hotel Nacional de Cuba.
Catalogado por el escritor cubano Alejo Carpentier (1904-1980) como «castillo encantado», las leyendas sobre el lugar ya empiezan con su ubicación: mientras algunas remiten al desembarco de piratas en siglos anteriores, otras apuntan a la existencia de supuestas cavernas debajo de su estructura, que servían como refugio para poblaciones originarias. De hecho, tal versión inspiró una novela del cubano Cirilo Villaverde (1812-1894) titulada La cueva de Taganana.
Lo cierto es que el imponente edificio está situado sobre la otrora llamada Loma de Taganana, bautizada así por los inmigrantes canarios en alusión a la similitud con un paisaje de Tenerife. Actualmente, Taganana es el nombre de uno de sus salones, que es sede habitual de eventos internacionales como el tradicional Festival de Cine de La Habana y el Jazz Plaza.
Las dos torres del Hotel Nacional representan piezas de ajedrez como tributo a uno de sus más ilustres visitantes: el ajedrecista cubano José Raúl Capablanca (1888-1942). El proyecto tardó 14 meses en ser construido y fue finalmente inaugurado el 30 de diciembre de 1930 en el corazón de lo que hoy es la barriada capitalina del Vedado.
En 1933, el majestuoso palacio sufrió un bombardeo durante una revuelta civil. Sin embargo, eso no impidió que se constituyera como un destino seleccionado por estrellas del mundo del espectáculo, millonarios y mandatarios.
Incluso, uno de sus episodios más sensacionalistas resultó la reunión de la mafia en los años 50 del siglo pasado, para la cual, refiere la historia, se alquiló la totalidad de la edificación.
Refieren historiadores de la Mayor de las Antillas que la mafia italo-estadounidense celebró una reunión en el Hotel Nacional del 22 al 26 de diciembre de 1946. A ella asistieron representantes de todas las familias y territorios, entre ellos Santo Trafficante Jr., Albert Anastasia, Joseph Bonano, Vito Genovese, Meyer Lansky y Lucky Luciano.
En el Bar Vista al Golfo o Salón de la Fama, decorado con las imágenes de sus más ilustres visitantes y la esencia de La Habana de los años 50, se oferta el trago Cóctel de la Mafia. La bebida recuerda aquel encuentro, cuyo propósito fue repartir negocios y zonas de influencia en Estados Unidos y Cuba.
El guionista, productor y director de cine Francis Ford Coppola recreó el espacio donde sesionó esa «cumbre» en un hotel de República Dominicana, para la segunda parte de su trilogía El Padrino. A la llamada «Reunión de La Habana» también asistió el cantante Frank Sinatra (1915-1998). Apodado la Voz, el artista regresó al hotel en 1951 junto a su esposa la actriz Ava Gardner.
En su libro El Imperio de La Habana, el ensayista Enrique Sirules narra que Lucky Luciano quedó fascinado con el Hotel Nacional. Años más tarde, el jefe de la mafia recordaría aquel primer contacto con la vetusta edificación: «Cuando miré al Caribe desde mi ventana, me di cuenta de algo más: el agua era tan hermosa como en la bahía de Nápoles: pero estaba sólo a 90 millas de Estados Unidos, y eso significaba que estaba prácticamente de nuevo en América (…)»
Cientos de personalidades nacionales y foráneas han visitado sus salas o pernoctado en alguna de las habitaciones. El historiador y periodista cubano Ciro Bianchi cuenta que el ex primer ministro británico Winston Churchill recibió durante su permanencia en el Hotel Nacional en 1946, el Apartamento de la República, destinado a los visitantes oficiales más distinguidos.
Tres años después llegó a Cuba la actriz mexicana María Félix. «Yo tenía referencias de cómo me querían en La Habana, pero lo de esta tarde ha sido más de lo que esperaba», exclamó poco después de su arribo. La página del Hotel Nacional de Cuba asegura, además, que desde el avión hasta el automóvil recibió protección policial por el entusiasmo de sus fanáticos.
Durante su visita al país en los años 50, la actriz, cantante y productora española Sara Montiel se hospedó en el cuarto 439. A su regreso a Cuba, junto al productor de cine cubano Tony Hernández, ocupó la Suite Presidencial.
Otros visitantes ilustres de mediados del siglo XX son el pianista y cantante Nat King Cole y el actor Marlon Brandon.
En 2015, visitaron el hotel las modelos Naomi Campbell y Paris Hilton, invitadas al Festival del Habano, evento anual con sede en la capital cubana.
También Valentina Tereshkova, la primera mujer que voló al espacio como tripulante de la nave Vostok-6. Durante su permanencia en el edificio, del 4 al 6 de mayo, develó junto a Arnaldo Tamayo, primer cosmonauta latinoamericano, la escultura de Yuri Gagarin (1934-1968), exhibida hoy en el Salón de la Fama.
Otros visitantes reconocidos son los escritores Ernest Hemingway, Rómulo Gallegos y Jean Paul Sartre; así como, el Príncipe de Gales Eduardo VIII, el Barón Thyssen Stephen Boonemiza y los Duques de Windsor. La lista de personalidades relacionadas con el mundo audiovisual: Rita Hayworth, Libertad Lamarque, Cantinflas, entre otros, aumenta cada año con la afluencia de amantes del séptimo arte al Festival del Nuevo Cine Latinoamericano.
«Es un hotel concebido para la recreación de las grandes personalidades de esos años y responde al modelo y estilo que estaba en boga, sobre todo, en Estados Unidos y en algunos países de Europa. Yo diría que es el monumento a una etapa de la construcción en Cuba, junto al Capitolio de La Habana. Esas construcciones marcan la urbanización de la capital y el nacimiento de una ciudad moderna «, concluye Torres Cuevas.
El Nacional, un edificio de ocho plantas con estructura en forma de H posee 426 habitaciones, de ellas más de 30 son suites, un piso ejecutivo que brinda servicio personalizado a los huéspedes VIP y una amplia gama de servicios de gastronomía, alojamiento y espectáculos relacionados con las tradiciones de la Mayor de las Antillas.
Los martes y jueves se puede disfrutar del Concierto de Música tradicional con canciones de la Orquesta Aragón, la Orquesta Leyenda y Francisco Repilado (1907-2003) conocido como Compay Segundo. Ese compositor de amplia trayectoria musical se presentaba en la Sala 1930 tras el éxito del Buena Vista Social Club, agrupación creada en la década de 1990 del siglo pasado.
Conocida popularmente como La Segadora, esta estatua da la bienvenida al lujoso inmueble, caracterizado por la confluencia de estilos arquitectónicos como el art decó, el neoclásico ecléctico y el morisco. Por su parte, la entrada del Restaurante La Barraca, se engalana con La Venus de la Piedad, también construida en mármol de Carrara y cuya base recrea en bronce un fragmento de la obra La matanza de Quíos, del pintor francés Eugène Delacroix (1798- 1863).
Dentro de las más peculiares están las esculturas Isadora de Noche e Isadora de Día, ambas del ceramista y dibujante cubano Evelio Lecour. Colocadas al final del hall, las piezas se inspiran en la bailarina estadounidense Isadora Duncan, quien muere estrangulada por su chal rojo en un accidente automovilístico».
Otras efigies de incalculable valor son La Venus Desnuda, en el centro de la sala octogonal, y la estatua en bronce con la figura de Tritón, el dios griego del mar, en la piscina semiolímpica original del hotel nombrada como Tarzán. En ella el actor y campeón de natación Johnny Weissmüller, protagonista de la película Tarzán de los monos (1932), realizó una exhibición del deporte con un clavado desde un balcón del segundo piso.
Clasificado desde su fundación como el más importante del Caribe, el hotel atesora, además, vestigios de la Batería de Santa Clara, declarada como Patrimonio de la Humanidad en 1982 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Actualmente se exhibe en el jardín dos cañones: el Krupp, de origen alemán y el Ordóñez, de procedencia española y el de mayor calibre y tamaño que existió en Cuba, aproximadamente 10 metros de largo y 48 toneladas de peso. Sus últimos disparos fueron en 1898, al finalizar la llamada guerra hispano-cubano-norteamericana, cuando abrieron fuego contra el crucero estadounidense Montgomery.
De la opulencia de las primeras décadas, aún se conservan muebles de estilo inglés, pinturas de autores cubanos, porcelanas francesas de Sëvres y antiguos relojes. Complementan el espacio casi centenario, pisos de mármol, fachadas de piedra de Jaimanitas, tejas de barro, maderas preciosas como cedro y caoba, mosaicos importados de Sevilla, en España y lámparas art- noveau, características de las mansiones del siglo XIX.