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Cuba vota su nueva Constitución

Cuba vota su nueva constitución

Cuba celebró ayer su nueva constitución que en ningún caso modificará el sistema político de la isla, gobernada por la única formación legal en el país: el Partido Comunista. Una votación que el oficialismo defiende como una legitimación del Gobierno, un año después de la llegada al poder de Miguel Díaz-Canel, el primer presidente desde la revolución de 1959 tras los hermanos Castro, Fidel y Raúl. Aunque el régimen de la isla apenas permite detractores, el proceso ha aflorado cada vez más críticas al oficialismo, especialmente en las redes sociales, síntomas que no dejan de ser llamativos, al tiempo que el gran valedor económico de la isla, Venezuela, permanece inmerso en su peor crisis.

«Estoy convencido de que la mayoría de los cubanos va a dar un sí por Cuba, por la patria, por la revolución y por el futuro», declaró ayer el mandatario después de depositar su voto en La Habana. «Los cubanos votando hoy por nuestra Constitución, estamos votando por América Latina y el Caribe, y también por Venezuela», apuntó.

Más de ocho millones de cubanos (de los 11,2 millones de ciudadanos que viven en la isla) estaban llamados a decidir si sustituyen la Constitución de 1976 por una nueva. Entonces acudió a las urnas el 98% de la población (5,6 millones) y el texto obtuvo un respaldo del 97%. Las campañas políticas no están permitidas oficialmente en Cuba, pero el Gobierno ha desplegado una intensa actividad para promover el sí. No fue hasta el último mes cuando se comenzó a sentir también en las calles la consigna «Yo voto sí».

La apertura de Internet en la isla —aún limitada— ha permitido, no obstante, que sea en las redes sociales donde los críticos han desarrollado sus cuestionamientos de forma más abierta. Las etiquetas #YoVoNo y #YoNoVoto han sido el mensaje al que han recurrido con más fuerza los opositores. Está previsto que los resultados se comiencen a conocer hoy.

La idea de la nueva Constitución surgió como resultado de las reformas emprendidas por Raúl Castro entre 2012 y 2016. Esas reformas hicieron caducar el viejo marco constitucional, fundamentalmente por el crecimiento del sector no estatal de la economía. La reforma tiene como intención, según ha defendido el oficialismo, reflejar una sociedad muy distinta a la de hace más de 40 años.

Una vez aprobado el borrador del proyecto por la Asamblea Nacional y tras una consulta popular de tres meses, el Parlamento, carente de oposición, aprobó el pasado diciembre el texto que los cubanos se disponían a refrendar ayer, con cambios en el 60% del primer documento. Uno de los más significativos fue la eliminación del artículo que abría la puerta al matrimonio gay en Cuba y que enfrentó a los colectivos LGTBI con grupos evangélicos.

Para el historiador cubano Rafael Rojas los cambios fundamentales del nuevo texto «se verifican en la parte orgánica: cargo de primer ministro, limitación del mando presidencial a dos periodos o creación de Gobiernos provinciales». «El hecho de que la Constitución se apruebe a un año del Gobierno de Díaz-Canel es señal de debilidad del nuevo liderazgo cubano. Lo natural hubiese sido que la Constitución precediera el mandato presidencial del sucesor de Raúl Castro. Además, la creación del cargo de primer ministro supone una nueva acotación del poder presidencial, además de la que ya ejerce Raúl Castro desde el partido», considera Rojas.

El nuevo texto recuperó el término «comunismo» que había sido eliminado en el primer borrador —y que mantiene al Partido Comunista como la «fuerza dirigente superior de la sociedad»— y establece un límite de 65 años para que un dirigente pueda convertirse por primera vez en el jefe del Estado. Raúl Castro accedió al poder, sustituyendo a su hermano Fidel, con 75. Díaz-Canel tiene 58.

El referéndum constitucional coincide con la crisis política y humana que asola a Venezuela, el principal valedor económico de la isla gracias al suministro petrolero y en un momento en el que la Administración de Donald Trump considera a estos dos países y a Nicaragua una «troika tiránica». La Habana ha defendido a ultranza el régimen de Nicolás Maduro y no son pocos los que consideran que la inteligencia cubana que rodea al mandatario venezolano es uno de los pilares de su resistencia.

No obstante, expertos como Rojas creen que el proyecto constituyente no tiene relación directa con la crisis venezolana. «Es curioso que tanto los políticos de la isla, como sus rivales, los políticos cubanoamericanos de la Florida, relacionen una cosa con la otra. Mi impresión es que el conflicto venezolano no tendrá una solución sencilla y su impacto en la isla estará limitado a los efectos económicos del desabastecimiento petrolero», enfatiza.

Fuente: El País

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