Maricusa, llegó el pollo

malecón de la habana
Tres personas han muerto y 21 han resultado heridas en el malecón de la Habana
20 de mayo de 2019
Se elevan a cuatro los muertos por accidente en tránsito en Cuba
21 de mayo de 2019
Mostrar todo

Maricusa, llegó el pollo

Maricusa, llegó el pollo

Desde un balcón la mujer ve llegar el camión refrigerado que abastece a la tienda de la esquina. No pierde un segundo y grita: “¡Maricusa, llegó el pollo!”.

En pocos minutos todo el barrio es un hervidero de gente que corre con la bolsa en la mano hacia el pequeño mercado estatal donde, desde hace tres semanas, no han suministrado ningún tipo de producto cárnico. Todavía tendrán que esperar tres horas para que descarguen la mercancía y comiencen a vender solo dos paquetes por persona.

La escena puede ocurrir en La Habana, Santiago de Cuba, la ciudad de Camagüey o cualquier pequeño pueblo de esta Isla. La carestía de alimentos que se ha agudizado en los últimos meses ha vuelto más complicada la dura cotidianidad de 11 millones de personas. Si antes apenas se podía escapar del ciclo de la sobrevivencia de buscar el dinero -muchas veces por vías ilegales- para poder comprar comida, esperar por horas en una parada de ómnibus y sumergirse en el mercado negro para adquirir ciertos productos; ahora el tiempo necesario para colocar algo sobre el plato se ha multiplicado por tres y las dificultades para hallarlo, por diez.

Al principio faltó la harina, así que a finales de 2018 la mayor dificultad era comprar pan o galletas. Cerca de las fiestas navideñas comenzaron a saltar las alarmas de que el desabastecimiento seguía avanzando. La carne de cerdo, un simbólico Dow Jones de la economía doméstica, se disparó y alcanzó, el pasado abril, los 70 CUP por libra, el equivalente al salario de dos días de un profesional cubano. Le siguieron el pollo, el picadillo, las hamburguesas y los hot dogs. Estos últimos, la comida que por años había apuntalado el día a día de cientos de miles de familias, por ser el producto con una mayor proporción de cantidad de unidades (10 salchichas por paquete) en comparación con su precio.

A diferencia de aquellos años duros tras la caída de la URSS, los cubanos no parecen dispuestos ahora a soportar la crisis en silencio. Los teléfonos móviles y el recién abierto servicio de conexión web desde los celulares ha cambiado significativamente la manera en que se narra la Isla. Mientras los alimentos son escasos y caros, la inconformidad ciudadana se encuentra por todos lados en cantidades suficientes para convertirse en un mecanismo de presión.

Extracto tomado de https://iberoeconomia.es

Comments are closed.