Como parte de las actividades para rendir tributo a las víctimas de este hecho, cientos de cubanos asistieron este domingo a una peregrinación en el cementerio Colón, de La Habana, donde descansan los restos de las víctimas de este hecho.
Según los investigadores del caso, ocurrido hace 43 años, el avión DC-8 partió de la isla de Barbados con destino a Cuba, cuando estalló en pleno vuelo, por el efecto de dos artefactos explosivos colocados en la aeronave.
Por más de cuatro décadas, las autoridades cubanas han reclamado que sean sometidos a la justicia los autores intelectuales y materiales del criminal atentado.
El Gobierno de La Habana acusa a los cubanos exiliados en EEUU, Luis Posada Carriles y Orlando Bosch, ambos fallecidos, y con vínculos con la Agencia Central de Inteligencia de EEUU, de ser los autores intelectuales del hecho; quienes utilizaron a los venezolanos Hernán Ricardo y Freddy Lugo para la colocación de las bombas dentro de la aeronave.
Este hecho es considerado como el peor ataque de este tipo en el hemisferio occidental y uno de los más brutales actos de terrorismo ejecutado contra Cuba.