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«Los que dirigen el transporte en Cuba deben también subirse en guaguas»

guaguas en Cuba

Es muy triste para los que vivimos en La Habana (uno de cada cuatro cubanos) saber que el transporte urbano (guaguas), ya sea estatal o no, pretende satisfacer nuestra demanda para el 2030.

«Da vergüenza tener que esperar 12 años para que se resuelva un problema que sufrimos desde los 90. Parece que se arreglará para el 2030 porque para entonces la población estará más envejecida y sin relevo generacional.

«A los que dirigen el transporte en Cuba hay que quitarles los carros y ponerlos a montar guaguas. Ahí sí que enseguida aparecerían soluciones», afirma el farmacéutico Omar, de 56 años.

Desde 2016 La Habana lleva a cabo un «reordenamiento» del transporte que, una vez concluido, habrá disminuido a 107 las 109 rutas alimentadoras (A) y habrá mantenido las 17 principales (los llamados P) que tiene hoy la urbe.

Si bien un P debe salir cada 10 minutos y las rutas alimentadoras, cada 20, son pocas las veces que esa frecuencia estimada se hace realidad.

Según datos ofrecidos por la Dirección Provincial de Transporte al cierre de junio último, solo tres rutas alimentadoras (222, 27 y 69) cumplen con esa periodicidad; 16 de ellas pasan cada más de hora y media.

Cifras oficiales indican además que en 2016 la capital contaba con 858 ómnibus en explotación (339 articulados y 519 rígidos), mientras actualmente solo existen 792, de los que se usan 467 rígidos y 260 articulados.

«La solución del transporte en la capital no está en ómnibus o taxis ruteros. Las ciudades súperpobladas necesitan transportes para grandes volúmenes de pasajeros como son los trenes. Está claro que eso lleva una inversión millonaria y que no se puede hacer en un día, pero sí por etapas.

«Los ómnibus son insostenibles: cuestan miles de pesos y mueven a pocas personas. Requieren demasiadas piezas, mucho combustible y mayor fuerza de trabajo», considera el chofer Enrique.

Aunque La Habana recibe unos noventa ómnibus anuales desde hace algunos años, “esas inversiones no significan necesariamente crecimientos en el parque automotor de la capital, pues siempre se producen bajas”, ha asegurado la Dirección Provincial de Transporte a Cubadebate.

El organismo ha reconocido también que en 2006 se hizo una compra grande de ómnibus para «revitalizar» la ciudad y que «este hecho provocó un alivio momentáneo en la circulación de pasajeros, pero a su vez ocasionó que todos los carros se deterioraran a la misma vez y es por eso que actualmente hacemos compras escalonadas”.

Amén de que los procedimientos establecen que la reparación capital de los ómnibus debe hacerse a los seis años de explotación y se orienta darles de baja a los doce, muchos vehículos circulan en muy malas condiciones.

En palabras del ingeniero Ricardo, «los ómnibus son la solución más fácil, pero sabemos que desde inicios del siglo pasado ya existían proyectos para la construcción de un metro en La Habana y que luego estuvo bien adelantado un proyecto soviético.

«Este problema es infinito. Necesitamos algo más duradero y resistente, y lo mejor siempre es el tren, por arriba o por abajo, pero hace falta. En Europa, por ejemplo, tienen claro lo bueno que es que confluyan varios tipos de transporte», explica Rafael, de 40 años.

Por un lado, Plaza, Playa y Centro Habana se encuentran entre los municipios de mayor movilidad; por otro, territorios como Habana del Este, que «es muy largo, estrecho y con ciudades dormitorios como Alamar» tienen «problemas de conectividad» que se traducen en «insuficientes vías para dar servicios a todos los lugares», de acuerdo con directivos del sector.

«Antes del reordenamiento el P15, que va de Alamar al Vedado, era una mala ruta; después, es casi inexistente. El servicio es muy inestable. Pasa lo mismo cada media hora que cada 45 minutos», resalta Julia, residente en Alamar.

Desde otra óptica Pedro Luis llama la atención sobre el hecho de que «somos el único país del mundo donde cualquier ciudadano no puede comprarse un carro. Por eso miles de personas tienen que recurrir masivamente al transporte estatal.

«Si el Estado es incapaz de revertir la situación. ¿Por qué no dejan que los cubanos podamos importar autos pagando los impuestos aduanales correspondientes? Sabemos que no serán aranceles que podrá pagar todo el mundo, pero que no le pongan obstáculos al que pueda hacerlo lícitamente.

«Eso aliviaría un poco el trasporte público y ayudaría a recuperar el parque automotor del país. Incluso garantizaría un mayor consumo de combustible», agrega.

Artículo de Nora Borges

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