Cuba vive hoy un momento histórico sin precedentes, favorecido por la convergencia de diversas coyunturas, lo que ha provocado que su oxidada estructura social haya dado señales de “movimiento”. Síguenos si quieres saber más al respecto de la realidad de Cuba hoy, así como la necesidad de implementar diálogos y no monólogos.
Cuba atraviesa por una dura crisis económica producto a la situación epidemiológica internacional; lo que ha traído consigo la caída total del turismo en la isla, principal renglón de su economía.
El recrudecimiento del embargo norteamericano y la puesta en vigor de nuevas medidas restrictivas por parte de las dos últimas administraciones estadounidenses, han cumplido su acometido, dejando a la mayor de las Antillas en una situación que para muchos resulta preocupante.
Además, el fracaso de las políticas monetarias y cambiarias puestas en vigor recientemente, ha dado paso al desabastecimiento total, la inflación y la pérdida del nivel adquisitivo de la población.
La escasez de combustible también ha impactado en el desplome de la economía nacional.
Las nuevas generaciones de cubanos, formadas en el seno de una realidad cubana arraigada a viejos conceptos; guiada por los mismos teques y las mimas mañas con que fueron formadas las generaciones anteriores; muestran una desconexión total y no logran adaptarse a las exigencias del “deber ser” de un revolucionario en potencia.
No se adaptan al “socialismo próspero y sostenible” que a vivas voces promulga el gobierno y se han inclinado más hacia el consumismo, archienemigo de los principios históricos de la Revolución.
Por otra parte, los sucesos de los últimos dos años han marcado un antes y un después en la dinámica social cubana. Se han desarrollado varias protestas sociales y a la misma vez, han surgido varios grupos de disenso; situaciones de demandas y exigencias a vivas voces como nunca se habían dado en la isla caribeña.
La llegada del Internet ha abierto la ventana al mundo y Cuba por fin logra chocar con la realidad internacional de una manera más directa.
La falta de entendimiento entre el gobierno y los sectores que le opositan, han marcado a este corto tiempo.
Ante toda esta ola de situaciones, el gobierno se ha mantenido inamovible en sus principios y doctrinas, poniendo un “STOP” a las intenciones de los protestantes y disidentes, desempolvando para ello viejas técnicas y tácticas utilizadas para enfrentar a los “enemigos de la revolución” en pasadas épocas oscuras.
No hay dudas en que el diálogo constituye una herramienta inconcusa para lograr el desarrollo social –que implica un cambio positivo en las relaciones de individuos, grupos e instituciones sociales– pero para que dicha herramienta arroje resultados positivos necesita de una aplicación efectiva.
El diálogo en Cuba se hace necesario desde la base, dentro de las propias comunidades, puntos neurálgicos del andamiaje social en el cual confluyen las generaciones y por ende, los más diversos criterios; además de ser allí, en las propias comunidades, donde la emigración divide a las familias, donde se cometen aún actos de repudios, donde las históricas necesidades económicas han cavado hondo en la esperanza de las personas y donde las brechas ideológicas y económicas son más evidentes.
No se trata de separar sino de unir, pero antes de unir hay que aceptar los diversos puntos de vista, las disímiles posiciones políticas, el disentimiento; hay que entender a la crítica anti sistema como medidor político-social y no como una estrategia enemiga, hay que trabajar con todos y para el bien de todos; hay que escuchar y ser escuchados.
El gobierno, se ha enfrascado en mostrar al mundo un simulacro de diálogo, establecido entre quienes ostentan el poder político y sus adeptos, haciendo creer que es ese el tipo de intercambio que llevaría a la comprensión y el cambio de mentalidad; es fácil denotar como utilizan ese “monólogo” para dar una impresión de avenencia.
¿Que Cuba necesita cambios? ¡Sí! ¿Que hay que mantener las conquistas? ¡También! Pero es evidente que aunque el camino hacia esos cambios necesarios no se construye solo, hasta la fecha, ni el gobierno ni el pueblo en general, han mostrado la suficiente madurez política para dar paso a dichos cambios.
El gobierno se mantiene en inamovible, aferrado a sus ideales y el pueblo por su parte siempre utiliza a la emigración como vía de escape a los problemas de la nación.
Así, la la nación continuará desangrándose, la falta de producción y la dejadez serán eternas; y jamás se logrará hacer entender a las nuevas generaciones el valor del trabajo.